Todos afrontamos dificultades familiares, cada familia es un mundo y los conflictos que se afrontan responden a las realidades subjetivas de cada uno de sus miembros, no existe 2 familias iguales por tal razón, tampoco existen soluciones estándares.
Como se trata de un conflicto que afecta a todo el grupo, lo habitual es buscar una solución para el conjunto entero y asistir juntos a terapia, sin embargo, en ocasiones alguno de los miembros o incluso varios no se reconozca como parte del problema o no confíe en el acompañamiento de un tercero.
Quedarse atrapado en la espera de aceptar la ayuda puede alargar indefinidamente el conflicto.
Cuando alguno de los miembros decide hacerse cargo de su malestar y toma la decisión de ir a terapia, se producen cambios en su posición subjetiva, los problemas experimentados son resignificados y muchas veces el resto de los miembros se ve forzado a cambiar.