Cuando se habla de trastorno, se hace referencia a un conjunto de signos y síntomas que se presentan juntos, de manera sostenida en el tiempo y en distintos entornos sociales del niño.
Lo consideramos un problema de salud mental porque genera malestar.
Sin embargo, no basta con darnos cuenta de que un niño o niña tiene un problema y nombrarlo, es fundamental entender lo que origina ese malestar, ese comportamiento disruptivo y atender a las causas del problema.
Te describo a continuación 4 elementos que considero importante tomar en cuenta antes de diagnosticar en la infancia.
¿Qué es un niño?
Desde un punto de vista evolutivo el niño se encuentra camino a la adolescencia, es el tránsito hacia la independencia y desde una perspectiva jurídica sabemos que el niño es un sujeto de derecho.
Sin embargo, no quisiera obviar como para los niños hoy en día cada vez es más difícil da el paso al inicio de la vida adulta. Por un lado, la prolongación de la preparación para la vida laboral con las exigencias de estudios de postgrados y otras competencias indispensables para insertarse en el mercado laboral y por otro las demoras y dificultades para alcanzar la independencia económica que alargan el tiempo en que las personas viven con sus padres.
En estos momentos que vivimos, la adolescencia es más larga.
Y aunque en efecto responde a la situación económica global, no quisiera que tomáramos ese hecho como una verdad absoluta y que más bien podamos reflexionar sobre las implicaciones a nivel subjetivo que podrían también influir en esa realidad, en una sociedad como la nuestra que da tanta importancia a la juventud y rehúye la longevidad.
Infancia en la era de la ciencia y la inteligencia artificial
Sobre el niño, hoy en día también tenemos que decir que es un objeto del mercado. Es posible, en nuestros tiempos comprar espermatozoides, óvulos y también alquilar vientres.
Existen incluso casos de padres que han alquilado vientres y al nacer el “producto” defectuoso se niegan a recibirlo, existiendo incluso problemas de orden legal para definir la nacionalidad de un niño buscado por unos padres en un país, gestado por una mujer en otro y que al nacer con una anomalía, es rechazado por los implicados (te dejo un enlace a una noticia sobre el tema).
Infancia, salud mental y cultura: ¿Los moldea su entorno?
El niño debe enfrentarse al sistema cultural que le corresponda al momento de nacer y, al está en una condición de vulnerabilidad debido a su inmadurez, necesita de un adulto para sobrevivir, por ende, es insertado por esos adultos, en este complejo sistema cultural y sus leyes de funcionamiento.
La familia es el primer sistema cultural que el niño conoce: su historia familiar, la estructura de su familia, los secretos familiares, las exigencias, los temores y tabúes que existen en este pequeño mundo, que bien sean abiertamente dicho o cuidadosamente escondidos, formará parte constitutiva de este niño.
En esta época en la que vivimos los niños son clasificados, medidos, comparados objetivamente y diagnosticados, a veces (en mi opinión) excesivamente rápido.
Con base en esa comparación con sus iguales “normales” reciben un tratamiento, uno que ha demostrado ser más adecuado y más rápido para ese déficit, para esa disfunción o esa anormalidad presente en el niño, su salud mental está decidida.
Desde el primer momento la palabra del sujeto queda anulada en el encuentro. Poco o nada importa lo que el niño dice sobre lo que le pasa, sobre lo que no anda bien en él, siendo el principal implicado, pasa a quedar arrinconado, debe ahora involucrarse en todas las terapias que le ayudarán a corregir su déficit, poner de su parte, colaborar, en definitiva: adaptarse y cumplir.
Tratamiento para niños con síntomas psicológicos y/o un trastorno
En mi práctica con niños, asumo desde el primer momento, desde el primer encuentro, que ese niño no es una máquina, por ende no está defectuoso, no hay una falla que rápidamente se necesite corregir para ponerla a funcionar como las demás.
Tomo con absoluta seriedad lo que ese niño y sus padres pueden decir sobre lo que le pasa, sobre su malestar subjetivo, las preocupaciones con las que llegan y la historia familiar a la que pertenecen incluso desde antes de nacer.
Es absolutamente necesario darle un lugar a su palabra y eso es lo primero que hace el psicoanálisis con el niño y su síntoma: desocupar el espacio de las clasificaciones, de los estándares y otorgarle un lugar privilegiado a su palabra y la de sus padres sobre lo que le sucede.
Respetando que el niño está inserto en una cadena significante y esta condición determina la forma como se vincula con sus padres y otras figuras significativas, con sus deberes, con sus pares, con el colegio, con las exigencias académicas y sociales, y además definirá la manera en que irá dando respuesta a los ideales, que le son impuesto en ocasiones desde antes de nacer.
Pensemos por un momento en todas las dificultades que se pueden vivir en la intimidad de un hogar: peleas, fallecimiento de seres queridos, maltratos, discusiones entre los adultos, problemas asociados al dinero o los vínculos. Todas las familias, viven en su más profunda intimidad dificultades, desacuerdos y también todas tiene secretos, temas tabús, temas que causan vergüenza, etc. ¿Pueden estas cosas que se suceden en casa afectar a los niños? ¿Cómo lo hacen? ¿Todos se ven afectados de la misma manera?
Antes de hacer un diagnóstico, medicar e iniciar tratamientos de salud mental que busquen modificar la conducta hay que darle la posibilidad al niño de hacer algo con lo que le está pasando y encontrar su propio arreglo.
Los síntomas del niño tienen una adicional particularidad que los diferencia de los que se presentan en el adulto, las defensas en los niños son apenas incipientes, aún no se ha instaurado de forma acabada la conciencia moral, por ende los síntomas suelen aparecer de forma mucho más manifiesta que en los adultos, son un medio para expresar sus angustias, sus temores, incluso aquellos temores que son consecuencia de su fantasía o de la comprensión que pueden llegar a tener del mundo de los adultos y le sirve también como una forma de responder a los temores y angustias que perciben en sus padres.
El niño, aunque parezca muy pequeño para entender lo que sucede a su alrededor, escucha y construye su propia ficción, es decir, su propia verdad, a partir de lo que entiende de su historia, pero también la de su familia, una historia que le pertenece y que conforma su mundo, esta construcción le otorga un lugar, un lugar en el Otro. La escucha del analista, le acompaña a esclarecer las construcciones que ha ido realizando alrededor de su existencia.
Los niños suelen muy rápidamente consentir este diálogo que se produce y entienden el valor que se le otorga a sus palabras en cada encuentro, el juego y el dibujo sirven en la sesión como herramienta que permite vehiculizar la palabra.
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Emily González